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2 de agosto de 2011

2003 07 09. Turquía. Ayder yaylasi.

La vuelta a Turquía: Norte - Este - Sureste
Ankara - Trabzon / Trebisonda - Ayder Yaylasi - Georgia - Karagöl - Kars - Ani -
Monte Ararat - Dogubayazit - Van - Tatvan - Monte Nemrut - Alanya - Ankara

Día 4. 9 de julio de 2003. Ayder yaylasi.


Uno de los objetivos de este viaje es  visitar uno de los parajes naturales más bonitos y desconocidos de Turquía, en los Montes Pónticos (Doğu Karadeniz Dağları). Los Alpes Pónticos son una cordillera que va de este a oeste en el norte de Turquía, paralelos y cerca de la costa meridional del Mar Negro.

El lugar elegido para explorar esta zona, un poquito, es Ayder, la "Ayder yaylasi".


Una "yayla" es un prado de alta montaña, usado por los ganaderos para llevar a pastar al ganado en verano, y normalmente inaccesible en otras épocas del año.
El paisaje, las montañas, los bosques, la flora... son muy parecidos al de los Pirineos o Picos de Europa. Lo que realmente hace especial este sitio es el ambiente: en España, allí donde llega una carretera hay una urbanización , un hotel o está lleno de turistas. Aquí a los turistas se les pide autógrafos; la carretera llega hasta la yayla y sin embargo el impacto de la humanidad es mínimo.

Lo primero que hacemos es buscar alojamiento -por aquí no hay hoteles- y pateando la zona encontramos la pensión Kalegon (Dag Evi Tesisleri) de Ismail Sari. Cada habitación era un serender.!!

Podría describir lo que es un "serender", pero con traducir la palabra del turco al español sobran las explicaciones: horreo.

 Serender (horreos) en Ayder (Rize, Turquía)
 
 
Nuestro serender está formado por una habitación con una cama doble, una mesita de noche, una silla y un perchero, y un cuarto de baño con ducha. La pensión estaba compuesta de cuatro o cinco serender, más una cabaña de madera que hacía las veces de recepción, cocina y un pequeño comedor.


Karadeniz, Çok güzel.
Una vez alojados nos damos un paseo por los senderos entre los bosques de abetos hasta la hora de la cena.  De vuelta en la aldea nos metemos en el único restaurante que había, el Ayder Sofrasi donde coincidimos con una excursión de turcos que terminaron  bailando y cantando canciones tradicionales del la región del Mar Negro, al son de un grupo de música local.

El baile se llama horon y la gaita tulum (Tulum - horon)

Terminamos de cenar sobre las 11.30 y nos toca andar unos dos km hacia las afueras de la aldea, donde está nuestro serender, en medio del bosque. No había ni una triste farola (evidentemente) y había luna nueva así que la oscuridad era casi total. La única luz que se veía una vez que dejamos la aldea era la de las diez mil estrellas que se veían en el cielo. Todo ha sido perfecto, la cena deliciosa, el espectáculo divertido, el paisaje espectacular,  íbamos dando un romántico paseito a la luz de las estrellas hasta que... oímos un aullido. ¿Un perro aullando? No parece el aullido de un perro. No soy experto en aullidos. Otro aullido por la derecha, más cercano. ¿Un lobo? Empezamos a apretar el paso. El cochecito de la niña ya va pegando saltos por las irregularidades del camino. Me estoy comiendo todos los baches. Casi vamos corriendo. Otro aullido, en la ladera de al lado. Ya se ven las luces de la pensión. Salvados. Al llegar, el kangal está suelto y nos ladra; tiene aspecto de pocos amigos. El dueño de la pensión sale y el perro se calma. Nos dice que los que aullan son lobos, que abundan en la región, y los mastines están sueltos para evitar que bajen a la aldea.

 
              Perro "kangal" turco.                            Lobo gris turco (canis lupus).

En Turquía la caza es legal y cada año se matan a cientos de lobos grises, aunque se calcula que la población de lobos en Turquía es de unos 7000 ejemplares. (No mires este vídeo si amas a los lobos: maltrato a un lobo en Turquía). Afortunadamente ese vídeo es una excepción y Turquía cuenta con varios santurarios para los lobos, entre los que está el Parque Nacional de Altindere en la zona de Trabzon, en el Mar Negro. Los lobos y los perros se callaron justo cuando nos íbamos a la cama y nos dejaron plácidamente.

Amanecemos (bueno, cuando nos levantamos había amanecido hacía tiempo) en mitad del bosque, rodeados de una naturaleza casi salvaje, con un cielo azul casi eléctrico, con... huy!, que me estoy liando... El caso es que nos prepararon un desayuno turco en una mesa tipo picnic, hecha con tablones de madera, en medio de un pequeño prado rodeados de esa espectacular naturaleza: altas y escarpadas montañas, profundos valles, espesos bosques, cascadas, arroyos... Creo que ha sido el mejor desayuno de mi vida -y eso que no soy fan del desayuno turco-, no solo por el lugar y el desayuno en si mismo, sino también por la amabilidad y el servicio del personal de la pensión, que nos trataron como a príncipes; la famosa hospitalidad turca elevada a la enésima potencia.

By eriksmvk

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