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31 de julio de 2011

San Petersburgo. Krásnaya Strelá, volamos a Moscú.

Ankara - Moscú - San Petersburgo - Moscú - Akara

Día 5. 4 de agosto de 2004. San Petersburgo - Moscú.

Flecha Roja (Krásnaya Strelá), volamos a Moscú.

Nos despedimos de  San Petersburgo con la sensación de haber aprovechado bien el tiempo, a la vez que nos damos cuenta que todo un mes no sería suficiente para descubrir esta maravillosa ciudad.

En fin, que a las 23.00 sale nuestro Krasnaya Strelá así que a las 21.30 nos plantamos en la estación de tren  Moskovsky, y para hacer tiempo nos tomamos unas birritas.



 A las 10.30 nos vamos a la vía nº 5, coche 488, compartimento 709, literas 1328 y 1330. En el viaje de ida pudimos coger un comp. privado con dos literas para nosotros, pero para el regreso ya no había y nos tuvimos que conformar con uno compartido con otras dos personas: 4 literas.

Le enseño los billetes a la revisora - había uno en la entrada de cada vagón-  y nos dice que pasemos, buscamos nuestro cuartucho y nos encontramos que ya había cuatro personas dentro. Les decimos que nuestras literas son las de arriba y los que ya están tumbados en esas literas nos dicen que naranjas de la china, que no se mueven.

Le digo a mi esposa que se siente en una cama de abajo y que se quede con las maletas mientras yo confirmo con la revisora que ese era el vagón correcto -el billete estaba en perfecto cirílico- y esta me dice que si y me señala el hacia el centro del vagón. Ya son las 22.45

Vuelvo al compartimento y le enseño el billete a los rusos 2x2 (armarios roperos con piernas con los que no me veía iniciando una discusión) y estos me enseñan los suyos. Son iguales que los míos y dicen que no se mueven. Les hago el gesto de que me sigan para aclararlo con la revisora y me parece entenderles que el único que necesita aclaración soy yo.

Me voy haciendo a la idea de dormir en el pasillo. Ya son las 22:49.

Vuelvo a buscar a la revisora que está en la puerta del vagón. Suena el pitido del tren. Le enseño de nuevo el billete. Esta vez lo mira con más atención y de repente se le enciende la cara, frunce el ceño, alza los brazos, hace aspavientos y grita algo así como

- Хельсинки!!, Хельсинки!!, Хельсинки!!, que suena a Helsinki, Helsinki, Helsinki!!!


Son las 22.50, el tren vuelve a pitar, empieza a moverse. Sin esperar más explicaciones le quito los billetes, me voy corriendo al centro del vagón, cojo las dos maletas a la vez que le digo a mi esposa

- Este no es nuestro tren! corre! corre!

El tren se está poniendo en marcha.Tiro las dos maletas al andén, espero a mi esposa, la agarro de la mano y saltamos del tren... bueno solo iba 1 km/h, pero queda mejor decir que saltamos del tren que decir que nos bajamos en marcha? Todo el mundo estaba histérico. Nosotros por la confusión y porque casi nos vamos a Helsinki en lugar de a Moscú; la revisora, que todavía asomaba su antebrazo de camionero amenazador por la puerta del vagón; y los espontáneos, que no sabían lo que pasaba pero habían visto a una pareja de extranjeros tirar las maletas y saltar del tren en marcha... con lo claras que están las señales!. Estos turistas!.


El tren para Helsinki salía alas 22:50, puntual, y el nuestro, justo en frente, dentro de diez minutos.

Necesito otra cerveza. O un vodka. O dos.

1 comentario:

  1. La que saltó del tren en marcha, aunque fuese a un Km hora, fue tu sufrida esposa, después de esperar sentada, un rato interminable,en una de las literas, por si acaso nos quitaban el sitio, conteniendo el aliento y contestando con un "I'm spanish" a aquellos cuatro individuos/as que con el ceño fruncido y cara de pocos amigos decían "no sé qué" de Helsinki. Debo confesar que cuando escuché mi nombre a gritos, salí del compartimento y vi a la revisora hacer el gesto de "corre, date prisa", para luego marcarme un sprint final por el pasillo, antes de saltar del tren, sentí algo parecido a la libertad. No quiero imaginar que hubiera sido de mi en la frontera, morena y bajita, sin dinero, con mi DNI, el pasaporte del marido(cosas que a veces uno hace por si te roban)y mi nulo conocimiento de ruso, o en su defecto de inglés. Y que conste que a pesar de mi españolidad y falta de mundo (leasé "pueblerino", "cateto" o "paleto") fuí capaz de darme cuenta, e incluso comentarlo en voz alta, que el número de la vía era diferente al que mi marido había pronunciado exactamente una cerveza antes... El resto de la historieta, no es más que consecuencia del caso omiso que se hace de mi persona...bla, bla, bla...

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